Páginas

Explicación Cortita

Lo característico de la minificción o microrrelato, es su capacidad para disparar sugerencias múltiples en la mente del lector. Para ello se vale de la ambigüedad y de modos oblicuos de expresión, como la ironía, que apuntan a que lo que parece ser no sea, o no se sepa con seguridad si es o no es. De ahí que la paradoja y la parodia sean tan frecuentes. También lo es el doble sentido, en cuyo caso se acerca peligrosamente al chiste. En este límite, el trabajo con las palabras es lo que determina la diferencia".

Raúl Brasca.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Angustia



Amor y muerte. Dolor y soledad.
Valor frente al miedo.
Risas que tapan lágrimas.
Todo junto, todo ahora.
Y la angustia envolviéndolo todo.

No es buen momento para que estés aquí.


martes, 25 de noviembre de 2008

Control


No se puede tener el control de todo.
Yo no puedo controlar mis odios, aunque lo intento.
No puedo controlar mis amores. Pero ellos lo intentan.
Y así sobrevivo, tratando de controlar el descontrol.
.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Enojo


-Enojate! me pediste. -Y reíte!
Tené cuidado… la locura puede ser contagiosa.
Por ahora solo estoy enojada,
manteniendo a la loca a raya.
Todavía tengo mucho por sacar,
antes de que puedan escucharse las carcajadas.
.

martes, 18 de noviembre de 2008

Por qué?

Por qué estás aquí, lector incauto?
No soy quien creíste que era.
Soy mucho peor.
Solo que recién ahora lo descubro.
.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Tus ojos


Tus ojos. Jade marino.
Reflejo del campo en primavera.
Compendio de vida y de tristezas.
Morada de recuerdos color aceituna
que bañan las luces del misterio inefable.
Tus ojos. Pájaros en vuelo.
Ellos corren tras las golondrinas
y surcan inmensos océanos
buscando la perla multicolor.
Tus ojos. Esos que palpan
hasta el último rincón de mi alma.
Y la escuchan, la observan,
la huelen, la tocan,
la saborean hasta realmente sentirla.
Tus ojos. Ojos misterio.
Ojos verdad. Ojos dolor.
Me dan la vida: ojos milagro.
Les doy mi vida: ojos amor.
.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Ambar

Ya puedo mirarte sin desearte, sin necesitarte. Ya aprendí a vivir sin vos. Y pensar que casi hacés que me mate!
Recuerdo nuestro primer encuentro; hoy concluyo que fue lo único bueno de nuestra relación.
Vos lucías radiante, tentadora. todos querían tenerte: eras una invitación al placer. Y me sedujiste –yo ignoraba entonces que sería tu esclavo-.
Al principio dudé en acercarme demasiado, pero tu imagen ambarina, tu cuello esbelto, casi transparente, prometían buena compañía y una calidez y dulzura infinitas. No pude resistirme: yo me sentía solo… calor, dulzura, compañía era lo que mas necesitaba.
Nuestros encuentros fueron cada vez más frecuentes e intensos. Vos embotabas mis sentidos y me hacías olvidar la realidad… mi realidad.
Nuestra relación se estaba tornando enfermiza; mi necesidad de vos crecía vertiginosamente: ya no me bastaba tenerte de a ratos, no podía concentrarme más que en vos. Te habías adueñado de mí: ya era tu esclavo y me sentía mal por eso.
Por la dignidad perdida, por la soledad a la que, casi paradójicamente, me llevaste. Porque después de todo, no me hacías feliz… me destruías, poco a poco. Y empecé a sentir miedo, culpa, angustia, impotencia y rencor. Mi vida era un infierno por vos.
Una noche decidí que sería la última que pasábamos juntos.Te lo dije, sería nuestra despedida.
Al principio me sentí bien, quizás por la decisión que había tomado. Pero al avanzar la noche, fuiste llenándome poco a poco de tu perfume, de tu calor… te fuiste adueñando de mí nuevamente, como burlándote de mi decisión, como riéndote de mi ingenuidad, muy segura de tu poder. Y creíste que habías triunfado, otra vez. Pero nunca me conociste del todo.
Salimos juntos del bar, como lo hacíamos últimamente, sin pudores. Recuerdo que pesabas demasiado en mi brazo. Pero no era un peso físico. Era el peso de los años perdidos por vos, de la vida que me reclamaba esos años en que abandoné todo: ideales, familia, amigos, trabajo, hasta mi fe, por vos. Era demasiado peso.
Entonces miré por última vez tu imagen ambarina y en un arranque, no sé si de locura o cordura, te rompí ese cuello tan tentador y dejé que tu veneno corriera despavorido por la vereda.
Fue en ese momento, en que mi existencia me pareció tan sin sentido, mi vida tan vacía, cuando quise cortar los hilos que me conectaban a este mundo, y entonces descubrí que te habías llevado mi valor y mis fuerzas. Caí a tu lado, junto a lo que quedaba de vos, sin sentido.
Era otoño y garuaba sobre aquella noche solitaria. La madrugada avanzaba sigilosa como temiendo despertar a ese cuerpo entumecido, con el alma hecha trizas, que se durmió borracho, llorando tristeza y soledad.
Me encontraron a la mañana siguiente, mojado, sucio, herido y con una resaca que me calaba los huesos. Me había dado una buena pulmonía. Porque fué buena.
Esos días en el hospital me salvaron de mi condena, porque me alejaron de vos y me hicieron reflexionar, buscar las respuestas dentro de mí, no en vos.
Sufrí mucho por tu ausencia, no lo niego. Fueron días terribles, me costó mucho superar nuestra separación, sobre todo porque sabía que podría encontrarte en cualquier bar, a la vuelta de la esquina.
Pero también sabía que no quería volver al infierno... no por vos.
Descubrí que no eras la única que podía brindarme calor, dulzura y compañía... y yo nunca pude reflejarme en tus ojos, ni sentir tus manos.
Ya ves, hoy te tengo frente a mí, te miro y no te deseo. Puedo tocarte y no sentir necesidad de vos. No te guardo rencor… no puedo hacerte culpable de mi pasado.
Por eso te tengo luciendo, otra vez radiante, tentadora y esbelta, junto a las otras botellas de mi bar. Porque ya puedo vivir sin vos.
.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Paréntesis

En estos días no pude sacarme de la mente que tu paso por mi vida fue como un paréntesis.Lo abriste tímidamente, sentiste que lo que había adentro te hacía bien, y te hiciste cóncavo para contenerme y llenarte a la vez.
Y yo te dejé ser, sin sospechar que tu afán por beberte la vida de esa forma tan intensa, descontracturada y urgente, que rompía todos mis esquemas, reinventándolos, tenía fecha de cierre: cuando lo cóncavo se volvería convexo.Tal vez vos sí lo sabías, que tu vida conmigo sería un paréntesis, tu último paréntesis.
Y ahora sospecho que quizás la vida sea eso… una suma de paréntesis que encierran ciclos vitales, que nos van transformando, inexorablemente.
Ya hace un año que cerraste tu último ciclo. Y mi vida continúa. Me queda la alegría de saber que no te arrepentiste de haber entrado y que fuiste feliz.Y que supiste que yo también lo fui. Por eso todavía está el dolor.Por lo absurdo de tu partida, tan repentina, tan incomprensible. Y vos sabés cómo me empecino con lo que no puedo comprender.
Pero está nuestro hijo, un nuevo paréntesis que recién está formándose y por quien tengo que luchar y ser más cóncava que nunca.Por él tengo que estar bien y plena, como al principio, como siempre. Hace un año que lo estoy intentando. Estoy mejor, pero aún no dejo de extrañarte.
.