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Explicación Cortita

Lo característico de la minificción o microrrelato, es su capacidad para disparar sugerencias múltiples en la mente del lector. Para ello se vale de la ambigüedad y de modos oblicuos de expresión, como la ironía, que apuntan a que lo que parece ser no sea, o no se sepa con seguridad si es o no es. De ahí que la paradoja y la parodia sean tan frecuentes. También lo es el doble sentido, en cuyo caso se acerca peligrosamente al chiste. En este límite, el trabajo con las palabras es lo que determina la diferencia".

Raúl Brasca.

martes, 25 de mayo de 2010

Culpas

Una sonrisa se dibujó en su rostro al verme llegar. Era una sonrisa exagerada, estática, forzada, incongruente con la expresión de sus ojos. Una certeza, toda instinto, cruzó rauda por mi mente: lo había descubierto. Sin sacar la llave de la cerradura, volví a cerrar la puerta, giré dos veces la llave y fui hacia el auto. El sonido de un disparo me hizo detener. El instinto me había fallado. No teníamos armas en casa.

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lunes, 24 de mayo de 2010

Azul

Así podría volar lejos, tanto, que nadie podría alcanzarla en ese recóndito lugar a donde llegaría.

Así podría nadar hondo, tanto, que podría sumergirse días enteros sin salir a respirar.

Así podría fundir el fondo del mar con el borde del cielo, tanto, como ya lo había hecho otras veces.

Pero ahora quería quedarse allí. Esta vez, de las píldoras azules, tomaría algunas más.


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viernes, 21 de mayo de 2010

Brindis

Una sonrisa se dibujó en su rostro. Los aplausos comenzaron y todas las luces convergieron en nuestra mesa. Había pasado apenas un minuto desde que mencionaron a las ganadoras, cuando todos brindamos por el triunfo de las dos mejores. Ella seguía sonriendo y bebía. Pero en una fracción de segundo, noté una chispa especial en su mirada mientras su compañera se desvanecía. Entonces supe que el premio a la mejor prestidigitación femenina no podía compartirse.

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lunes, 3 de mayo de 2010

Vuelo


Lo sabía todo aunque fingiera que no. Su olfato rara vez fallaba. Algo de cuero mezclado con violetas le hablaban de una mujer elegante. El cabello largo, rojizo, hecho un rulo debajo del cuello, le decía que la mujer era joven e impetuosa.
Ya podía imaginarlos haciendo el amor una, dos, tres veces, en ese rato en que seguramente se escapaban de la oficina. Sus ojos se nublaron, pero esta vez tampoco le diría nada.
La camisa, al lavarropas. El jabón y el suavizante borrarían todo vestigio de que su hijo, en cualquier momento, dejaría el nido.

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