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Explicación Cortita

Lo característico de la minificción o microrrelato, es su capacidad para disparar sugerencias múltiples en la mente del lector. Para ello se vale de la ambigüedad y de modos oblicuos de expresión, como la ironía, que apuntan a que lo que parece ser no sea, o no se sepa con seguridad si es o no es. De ahí que la paradoja y la parodia sean tan frecuentes. También lo es el doble sentido, en cuyo caso se acerca peligrosamente al chiste. En este límite, el trabajo con las palabras es lo que determina la diferencia".

Raúl Brasca.

jueves, 31 de marzo de 2011

Ambición


Cuando Maia despertó en la cama del director del ballet, sola y convertida en una araña, entendió que la red que había tejido para ser elegida primera bailarina acababa de romperse por lo más delgado del hilo, exactamente el lugar donde estaba.
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domingo, 27 de marzo de 2011

Prueba real

- Es la princesa, no hay dudas. ¡Finalmente hallamos a la consorte real para el príncipe! Le hicimos la prueba del guisante y resultó positiva, su majestad. Además, tiene todo el porte, la elegancia y la belleza que su majestad pretendía.
- Humm… no sé… tráiganla aquí y déjennos solos; ya les diré mi decisión.

El príncipe Felipe vio entrar a Jessica Rabbit vestida como una verdadera princesa. La tomó de una mano y le hizo dar una vuelta sobre sí. Luego de mirarla con admiración de arriba abajo, la besó apasionadamente mientras le susurraba: todo salió a la perfección, estuviste magnífica, estás hermosa mi amor. No, no se dieron cuenta de nada. No hay de qué preocuparse, Aurora seguirá durmiendo por mucho, mucho tiempo más.
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jueves, 17 de marzo de 2011

Frío

Yo sabía que ese espejo era un portal de entrada a otra dimensión. A veces, cuando me miraba en él, percibía como una onda a mis espaldas, como una ráfaga que quitaba el polvo de las cosas y dejaba todo más brillante.
Nunca me había animado a tocarlo, pero podía sentir un calor que emanaba de él al acercar mis manos.

Curiosa por naturaleza y atenazada por el duro invierno y el hambre de la guerra, decidí probar mejor suerte cruzando al otro lado.

Primero probé con una mano, que saqué rápidamente comprobando que había tomado un leve color rosado y estaba tibia.
Pensé que en aquel lugar definitivamente no hacía frío y seguramente tendrían comida. Crucé de un salto.

No podía definir el lugar, pero allí no tenía hambre, ni sed, ni frío. Solo una sensación de paz y bienestar.
Al volverme hacia el espejo, me asombró ver a una niña parecida a mí recostada en el suelo, cubierta de escarcha.


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